Tres teorías para hackear el sistema educativo escolar


La sociedad desescolarizada (Illich): una perspectiva política (anarquista) de la educación

¿Hemos confundido el derecho a la educación con la obligación de formar parte del sistema escolar? Ivan Illich, un sacerdote outsider, filósofo, nos lanza preguntas inquietantes que no solo critican las prácticas escolares, sino que cuestionan la legitimidad misma del sistema escolar. 

Para Illich, el sistema educativo genera tres confusiones peligrosas:

  • Confundir enseñanza con saber
  • Confundir diploma con competencia
  • Confundir servicio escolar con valor formativo real

Podemos sintetizar su pensamiento en tres "mitos" que afectan profundamente nuestra visión de la escuela y nos interpelan, nos afectan directamente como pedagog@s

  • Mito 1. La escuela pública obligatoria reduce la desigualdad entre pobres y ricos. Para Illich, de hecho, sucede justo lo contrario, porque: a) la escuela hace que el dinero público vaya a financiar sistemas escolares que permiten que los niños de familias con mayor poder adquisitivo no tengan que invertir demasiado dinero en su educación; b) aliena a los niños más pobres, quitándoles un tiempo muy valioso de su infancia y adolescencia que podrían aprovechar para involucrarse en tareas que les impulsen laboral y socialmente y, además, convenciéndoles de su indigencia cultural, ya que las habilidades y conocimientos que la escuela favorece son aquellos que forman parte de las clases dominantes y del Estado. Dicho con las palabras de Illich: "la escuela enseña a pensar como ricos condena a vivir como pobres". 
  • Mito 2. La instrucción (enseñanza) garantiza el aprendizaje. La escuela asume que su programa de contenidos y la manera en que los docentes los enseñan y evalúan favorecen la adquisición de esos conocimientos y habilidades. Pero la mayor parte de lo que aprendemos en la vida no necesariamente lo aprendemos a partir de la instrucción pedagógica de un profesional de la educación. Lo aprendemos, muchas veces, imitando a otros, conversando en entornos informales, a través de la práctica, etc. Por lo tanto, la escuela no solo nos adoctrina en un sistema de aprendizaje, en muchos casos ineficaz, sino que nos adoctrina para que no valoremos ni exploremos otras formas y entornos para aprender. 
  • Mito 3. La educación debe estar en manos de los profesionales de la educación. En realidad, así como los sacerdotes y monjas tienen el privilegio de la gestión de los servicios religiosos, los maestros, a partir de acreditarse como tales, controlan los servicios educativos, impidiendo que otras personas, que podrían enseñar o ayudar a aprender cualquier habilidad, no puedan desarrollar plenamente y de forma institucionalmente legítima esa capacidad. 
¿Se limita Illich a criticar la escuela o abre posibilidades de organización educativa alternativas? En realidad pone ejemplos de cómo podrían desarrollarse procesos educativas más eficaces y emancipadores. No las desarrolla de forma sistemática y detallada, pero sí propone otras prácticas educativas. Entre otras:
  • El Pasaporte educativo (o Educrédito), según el cual los niños y sus familias recibirían dinero público, una especie de bono, para que puedan invertirlo en los servicios educativos que más respondieran a sus necesidades o intereses. 
  • Las tramas de aprendizaje, entendidas como experiencias autogestionadas entre personas interesadas en aprender unas de otras o en aprender de ciertas personas a las que consideran capaces de ayudarles a desarrollar una habilidad o conocimiento, independientemente de su edad o de su currículum. 
Es difícil encontrar centros educativos actuales que hayan intentado poner mínimamente en práctica la perspectiva anarquista de Illich. Es claro. Implicaría su autodisolución como centros escolares. Pero eso no significa que algunos centros sí intenten incorporar ciertas dinámicas de aprendizaje más libertarias. Tal vez un ejemplo de ello sería, en Madrid, iniciativas como las del colegio Trabenco de Leganés (2013), que promueve una pedagogía basada en la participación activa de las familias y el aprendizaje no convencional.

Comunidades de práctica: una perspectiva antropológica del aprendizaje

La teoría de Jane Lave y Etienne Wenger (1991) puso los cimientos de conceptos como “comunidad de práctica” o “aprendizaje situado”. Aprender no es solo adquirir información; es participar activamente en una comunidad, asumir progresivamente una identidad dentro de ella, y transformar (junto a otros) tanto a uno mismo como a la comunidad.

Es una teoría muy valiosa para entender (y repensar) una organización educativa. Los centros escolares tradicionalmente, para bien o para mal, han sido creados como instituciones de enseñanza, de transmisión de un programa de estudios. Pero la teoría de Lave y Wenger enfoca la atención en el proceso de aprendizaje colectivo y no en los resultados esperados de la enseñanza; en concreto, nos ayuda a entender cómo se aprende dentro de cualquier comunidad, quién aprende de quién, qué significa aprender dentro de esa organización o grupo social. En definitiva, cómo se pasa, en cualquier institución o centro (por ejemplo, una academia de baile, un Grado universitario, un club de ajedrez o un equipo de fútbol), de ser un "novato" a ser un "experto" en esa comunidad. 

Wenger habla de una trayectoria de participación creciente: de novato a experto. Aprender es ser reconocido como alguien confiable, valioso, con voz propia. En una visión más convencional, aprender significa desarrollar ciertas habilidades o bien adquirir conocimientos. Pero Lave y Wenger argumentan que aprender es un proceso que va más allá de la adquisición individual de conocimientos o habilidades.  Implica, fundamentalmente, un viaje: pasar de ser novato a ser experto. Y esa trayectoria o evolución está condicionada por lo que en esa comunidad significa aprender, y por el reconocimiento que otros te dan. Poco a poco el novato empieza a ser considerado alguien más relevante dentro de esa comunidad, alguien que tiene más poder para influir en las decisiones que se toman, que accede a los recursos más valiosos (información, materiales, recursos económicos), que conoce mejor la historia de esa comunidad y forma parte cada vez de manera más importante de su futuro, que expresa su manera de hablar, de actuar,, la ideología, los valores o formas de hacer y ser de esa comunidad. En suma, transforma su identidad: pasa de ser alguien que QUIERE ser como esos miembros a ser alguien que ya ES como ellos/as. 

Esta perspectiva es clave para repensar la organización escolar no como una estructura cerrada de funciones, sino como un ecosistema donde se aprende en la interacción, y no solo en el aula. Implica desarrollar una relación con los otros miembros de la comunidad basada en una progresiva participación en actividades compartidas, de manera que 



Pero, cuidado, Lave y Wenger (1991) enfatizan que no se trata solo de un mero proceso de "asimilación", es decir, de adaptación e imitación pasiva donde el sujeto que aprende se subordina ciegamente a las normas y actividades de una comunidad. Aprender es un proceso de PARTICIPACIÓN, y eso significa que es bidireccional: cada sujeto se adapta a la comunidad, pero al mismo tiempo afecta a la comunidad y la transforma. Es decir, a través de su participación contribuye a su evolución. De hecho, cuanto mayor es su participación, cuanto más se vuelve experto y más se acerca al núcleo de esa comunidad, más capacidad gana de influir en otros y de afectar el rumbo de esa comunidad. 

Dicho a manera de proverbio: "Dime cuánto y cómo participas, y te diré qué aprendes". 

¿Por qué Lave y Wenger llaman a estas comunidades, a estas organizaciones, "comunidades de práctica"?. Porque en las 5 comunidades que eligieron como caso de estudio (etnográfico) descubrieron que lo que unía a esas personas era la "práctica", aquello que esas personas hacían, aquello a lo que se dedicaban:
  • Parteras del Yucatán (México): la práctica que las une es el oficio de partera, que las niñas van aprendiendo de su madre como parte de su proceso natural de ayudarle en sus tareas. No hay un programa explícito de enseñanza. Se aprende, fundamentalmente, por observación e imitación. 


  • Sastres en Vai (África Occidental). Los aprendices dejas sus entornos familiares para integrarse en los grupos de sastres expertos, quienes les van encomendando pequeñas labores rutinarias para, poco a poco, irles encargando tareas más creativas y complejas. 


  • Marines en una nave portahelicópteros (EEUU). Aunque antes de ir a la nave estudian y se entrenan en una Academia Militar, es cuando ya están en la nave que aprenden de los marines expertos y de sus propios compañeros, hasta ir pasando una serie de pruebas que culminan en su aprendizaje de operación más sofisticado (el uso de tecnología de geolocalización). Aprender es hacerse patriota y ser parte de una nueva familia: el ejército. 


  • Escuela de Carniceros: Aprenden de acuerdo a un curso de capacitación profesional que imparten carniceros expertos. Los maestros se enfocan en la enseñanza de los cortes de carne más rutinarios y no muestran sus habilidades más complejas. Los aprendices obtienen un certificado que les permite acceder al mercado de trabajo. 


  • Alcohólicos Anónimos. Se aprende de acuerdo a una metodología de 12 pasos en la que los veteranos comparten sus testimonios sobre su propia transformación, de ser alcohólicos bebedores a ser no bebedores. Aprender implica sanarse, transformarse, dejar de beber (u otra adicción). 

Referencias:

Lave, J. y Wenger, E. (1991). Situated Learning. A peripheral legitimate participation. Cambridge Press. 
Wenger, E. (2001). Comunidades de práctica: Aprendizaje, significado, identidad. Paidós. [Reseña]

En el contexto escolar, en España, uno de los ejemplos de cómo esta visión del aprendizaje puede concretarse en el aula son las Tertulias dialógicas, cuyo promotor e investigador destacado es Ramón Flecha. 

Conectivismo: una perspectiva tecnológica del aprendizaje en la era digital 

En 2004, Siemens publica "Conectivismo, una teoría del aprendizaje para la era digital", afirmando que las teorías anteriores se van quedando obsoletas para explicar cómo funciona cada vez más el aprendizaje en una sociedad donde nos relacionamos y aprendemos conectados a internet con una red de personas y de fuentes de información de escala global. El mismo año Dan Gilmor proclamaba, en We the Media, que "cada uno de nosotros es un medio de comunicación". 

Para Siemens, ser parte de una red no solo nos ofrece un entorno de posibilidades de aprendizaje... sino que constituye la lógica misma del aprendizaje en la era digital. El cofundador del Conectivismo, Stephen Downes define el aprendizaje como la capacidad para crear redes y transitar por ellas. Lo hacemos cuando elegimos ciertos canales en Youtube, Instagram, Tik Tok; consultamos la información de ciertas apps; navegamos en el explorador a partir de ciertas búsquedas o bien "conversamos" con el Chat GPT de acuerdo a nuestros "prompts" o instrucciones. Con todo ello vamos configurando cierto Entorno Personal de Aprendizaje, ese término que con tanto éxito divulgaron Linda Castañeda y Jordi Adell en un entorno hispanohablante. 

La teoría del conectivismo va más allá. La red no solo es una herramienta o entorno para que el sujeto aprenda. Es, ella misma, la red, un sujeto que aprende, evoluciona, en la cual el conocimiento está distribuido, tanto en las personas que se conectan a esa red como en las plataformas que facilitan y configuran esa información e interacción. La escala del aprendizaje, por tanto, no está limitada a la frontera del individuo, tal y como nos había mostrado la tradición cartesiana y la psicología moderna, de Freud a Piaget o Vygotsky. La inteligencia es colectiva y cada individuo, cada nodo de la red, también los nodos tecnológicos (como un canal de Youtube o un programa de Inteligencia Artificial) son parte de un tejido de interacciones que evolucionan (y aprenden) en el tiempo. 

En resumen: El conectivismo parte de una premisa simple y potente: lo que sabemos depende de a quién y a qué estamos conectados. El conocimiento ya no está tanto en nuestra mente, sino en las redes que habitamos y activamos: personas, medios, plataformas, algoritmos.

Sus ideas clave pueden resumirse así:

  • El conocimiento se distribuye en redes (sociales, digitales, cognitivas).
  • Aprender es detectar patrones y conexiones útiles en esas redes.
  • La toma de decisiones y la capacidad de actualizar la información son más importantes que la memorización.
  • Las tecnologías digitales no son solo herramientas, sino extensiones del pensamiento.

Esta perspectiva ha tenido gran impacto en el desarrollo de los MOOC (cursos masivos abiertos en línea), el aprendizaje autodirigido y los entornos personales de aprendizaje (PLE). También plantea nuevos desafíos organizativos: ¿cómo se estructura una escuela cuando el conocimiento ya no está dentro del aula, sino fuera, disperso, vivo?

Un ejemplo de ese esfuerzo (siempre parcial, siempre en tensión dialéctica con las rutinas y lógicas de aprendizaje escolares) es el IES Cartima (Estación de Cártama, Málaga), es un centro cuyo ideal educativo libera al instituto de libros de texto y horarios rígidos. Allí, el alumnado aprende a través de retos y proyectos interdisciplinares que requieren activar conocimientos digitales y conexiones externas. El profesorado actúa como mediador de redes más que como transmisor de contenidos. Aquí una entrevista al director.

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En suma: ¿Qué aportan estas tres perspectivas (Anarquismo de Illich, Comunidades de Aprendizaje (Wenger) y Conectivismo (Siemens) a la organización y gestión educativa?

Estas tres perspectivas nos invitan a repensar radicalmente cómo están organizadas nuestras escuelas: ¿a quién reconocen como educador?, ¿dónde ocurre el aprendizaje?, ¿qué estructuras fomentan o bloquean el desarrollo real de las personas?

Si tomamos en serio estas ideas, entonces debemos pensar una organización escolar menos jerárquica, más abierta, más atenta a lo que ocurre fuera del aula, y más capaz de nutrirse del saber que habita en todas partes: en los pasillos, en las familias, en la red, en la plaza del barrio, en la cocina de casa.


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